Movernos es una parte fundamental de nuestras vidas. Todos nos movemos por diferentes motivos. Ya sea para ir a trabajar, quedar con los amigos, visitar a la familia, comprar en el supermercado, hacer turismo o dirigirse a la montaña para disfrutar de la naturaleza. Por ello es muy fácil que el transporte se lleve una parte importante de nuestro tiempo y de nuestro presupuesto. Por consiguiente, ésta es una área en la que deberemos de ser siempre muy conscientes de nuestros hábitos para tratar de ver si lo estamos haciendo lo mejor posible o si, por el contrario, debemos hacer cambios para tener una vida mejor.
En un mundo ideal el transporte perfecto sería andar. Todo nos quedaría relativamente cerca, a una agradable distancia entre 0 a 15 minutos, con lo cual no necesitaríamos ningún otro tipo de vehículo. Si andar 15 minutos te parece un mundo y no tienes problemas de salud, deja de leer y ponte a caminar. En esa utopía no necesitaríamos ni tan siquiera una bicicleta o el transporte público. Si algún día tuviéramos la necesidad de ir más lejos, seguramente sería por motivos excepcionales. Necesitando de un taxi en caso de emergencia, o en caso de ser por ocio, el transporte público y/o la bicicleta. Lo importante es que no necesitaríamos tener un coche para dar vueltas tontamente por la ciudad para cosas que podemos hacer andando.